Alfredo Pérez Alencart: "La genuina poesía siempre estará enraizada a lo sagrado"
Manuel Ospina Rivera (Especial para Las Artes desde España)
En Madrid me hablaron de un poeta peruano-español que hace gala de su ‘provincianismo universal’ y al que no se le ve en actos por Madrid u otros lugares de relieve del circuito poético español, pero que a la vez es muy traducido por el mundo entero.
Se trata de Alfredo Pérez Alencart, a quien acabo de visitar en su despacho del Campus Unamuno de la Universidad de Salamanca, con la intención de hacerle una entrevista sobre su poemario ‘Barro del Paraíso’, recién presentado, y sobre sus relaciones con poetas colombianos.
¿Estima que son tiempos propicios para la poesía arraigada en lo religioso?
Pues claro. La genuina poesía siempre estará enraizada a lo sagrado, a lo espiritual trascendente, al Misterio que nos libera de lo racional o de una verdad adulterada, encorsetada para beneficio de ciertas elites, incluyendo las jerarquías religiosas. Las verdades esenciales están en lo sagrado que se presenta en muchos hechos que estimamos cotidianos y que, al menor descuido, vuelven a desaparecer. He ahí el milagro de la existencia y ahí es donde la poesía busca abrir una rendija para atisbar dentro, dejando constancia del mundo interpretado, de la supervivencia más allá de una cripta. Dejemos que algunos hagan sus jueguecitos retóricos y que los denominen ‘poesía’, aunque sean escritos estériles, secos, sin posibilidad de conmover e impactar en el espíritu del otro. También dejemos que algunos sigan con los desdenes hacia la poesía que encuentra anclaje en lo sagrado. Unos y otros pasaran de moda porque sólo se confían a una brújula epiléptica y no escriben sus versos como auténticas oraciones, dejando destilar las verdades que guardan dentro. Varios milenios de la historia del hombre permiten que tenga plena fe en lo sagrado.
Entremos en su libro ‘Barro del Paraíso’, reciente obra en ser publicada.
Lo escribí en 2010, de un tirón, y quedó aparcado, macerándose. Tras haber superado la prueba del tiempo, lo rescaté a petición de la editorial Ars Poetica, de la ciudad de Oviedo. Alberga una treintena de poemas que abrevan principalmente del manantial poético que hay en el Libro de los Libros. La temperatura del lenguaje, la fuerza de su clamor y de su tributo a lo divino siguen la senda de los poetas-profetas del pueblo de Israel.
He podido comprobar en Internet que está teniendo valoraciones muy elogiosas por parte de críticos y poetas que han escrito reseñas, comentarios y hasta ensayos sobre el mismo.
–Lo agradezco en grado sumo, máxime en estos tiempos donde se suele esquivar poemarios de corte cristiano, algo inaudito, cuando la inmensa mayoría de poetas letrados ha leído y admiran los versos de San Juan de la Cruz, por ejemplo. No debe importar la temática sino el aporte, el tratamiento del lenguaje, el voltaje que alcanza por la dermis del espíritu del otro, haciéndolo sentir y pensar, entrando una y otra vez, incansablemente, en los textos ofrecidos.