Cuatro poemas de Jesús Aparicio
Dice Jesús Aparicio–nacido en Brihuega y 1961– que una cuartilla en blanco sabe su condición de tierra preparada para la lluvia. Él es hombre de campo, él es un agricultor, él sabe que las palabras son gotas de lluvia, él sabe cómo se fecunda el papel. Y cómo este devuelve el ciento por uno a los esfuerzos del que labra. Jesús Aparicio es poeta por destino. Sentado cuando atardece a contemplar la luz cobre, mira. Y ve. Y cuenta. Los tiempos, que no paran en su hacer, le han recluido en una nueva intimidad. Pero poeta siempre, acude a sus afanes con la precisión del relojero. Desde hace unas temporadas ha encontrada en las ediciones de Ars Poética el hogar donde habitar para sus textos. Y desde allí le han devuelto, nos han entregado, su última entrega, Sin saber qué te espera, donde Jesús, sin olvidar su vocación naturalista, su gozo por lo minúsculo, su observación intelectiva, añade sus reflexiones sobre el coraje del escribir y los enigmas del existir. Con amplio hálito, sin casuísticas que empequeñezcan el mensaje. Quien lo ha leído bien sabe de su mundo emotivo, de esa fortaleza espiritual sobre la cual se levanta. De esta entrega que nos ofrece, de su extensión (64 poemas), escojo para los lectores de Mientras la luz, la parte última. Sé que para incluirla hubo que removerse una edición que ya estaba casi en máquinas. Son cuatro poemas en donde impresiones e imágenes conforman la conciencia del poeta ante la muerte del padre. Vivida tan a flor, tan consecuentemente.