Estrella de oro, de Pedro Gandía
Y, a partir de ahora, ¿qué? Para intentar estar a tono, nada más adecuado que comenzar por el final con esta reflexión y unas conclusiones sucintas, el comentario sobre esta última obra, heterogénea, bizarra, y extrema de Pedro Gandía. Heterogénea, porque está compuesta de tres poemarios muy diversos, con muy distintos tonos, con diferentes ámbitos temáticos, cronológicos y hasta geográficos, y muy distanciados tratamientos lingüísticos y formales. Bizarra, en su sentido más castizo: valiente, esforzada, lúcida y generosa, pero también en su sentido galicista: rara, extraña, anómala. Extrema, porque el autor no sólo ha elevado a la máxima tensión la dificultad de sus formas expresivas y su trascendencia temática, sino que ha renunciado a cualquier complacencia acomodaticia, pues nunca busca ni la fácil lectura ni el acercamiento a las corrientes en vigor. Si en el libro se puede encontrar algún atisbo de poesía de la experiencia, es por coincidencia inevitable; tampoco hay nada en él que nos pueda acercar a los trescientos treinta y tres mil seguidores en las redes o a los multitudinarios recitales en las pantallas; quizá no porque se rechacen esos afortunados fenómenos, sino por discreta indiferencia y prudente distancia. Nos encontramos ante una obra única, tensa, difícil y radicalmente personal.
El libro está compuesto de tres poemarios, Estrella de oro, Asiática y Arte final, en los que más adelante nos detendremos. Los tres se mueven en esferas externas distintas, lo que no significa que se trate de una amalgama de poemarios ocasionalmente dispuestos para la edición (escrupulosa y cuidada, formal y estéticamente, tanto por el poeta como por la editorial ovetense), pues los tres mantienen ciertos rasgos formales que los unifican y, sobre todo, un foco único, una sensibilidad penetrante, una cosmovisión. Cada poemario se apoya y complementa en los otros con sabiduría euclidiana, con la consciencia de que el candelabro ritual y la olla alquímica de tres patas nunca cojean. Es pues, situándonos en la esfera mítica, si no mística, tan adorada del poeta, una obra trina y sin embargo una. Un libro que parece ser síntesis de toda la obra poética anterior del autor, dejando al margen sus novelas, desde Sábana blanca, sábana negra (1973) hasta Acrópolis (2011), y puerta, previsiblemente, de incógnita creación.