"Hay que nutrirse incluso de la destrucción"
La huella que Palermo ha dejado en Beatriz Hernanz Angulo ha quedado plasmada en una serie de poemas que ahora reúne en Cenizas solares (cuaderno siciliano). En ellos habla del mar, la soledad y la vida.
Nieva en Cracovia. "La ciudad está hermosísima, pero el frío es muy intenso. Cuesta habituarse". Beatriz Hernanz Angulo (Pontevedra, 1963) todavía no ha cumplido dos años como directora del Instituto Cervantes de la localidad polaca. Confiesa que aún le cuesta lidiar con temperaturas de 18 grados bajo cero como las de estos días. Desde ese paisaje helado, la poeta habla de Palermo, donde también fue directora del Instituto Cervantes (durante cinco años). Allí escribió los poemas que ahora reúne en su nuevo libro, Cenizas solares (cuaderno siciliano).
¿Qué es este nuevo título?
Entre otras cosas, un homenaje al mar. Parte del mar de la infancia, el océano Atlántico, para llegar a otro mar, el Mediterráneo, al pie del que he estado viviendo cinco años, en Palermo. Es una reflexión sobre el paso del tiempo, que nos va configurando; una reflexión sobre el amor, la soledad y la muerte, cuando se supone que ya se ha superado la mitad de la vida. Es un análisis poético del sentido de la vida.
¿Por qué Cenizas solares?
Es un oxímoron, una figura retórica que implica una contradicción. Las cenizas son lo que queda después del fuego, cuando este ya está apagado. El Sol, sin embargo, es algo vivo y activo, la fuente de vida en la Tierra. El título tiene que ver con la idea del ave Fénix y el resurgir de las cenizas. Así fue que en ese territorio siciliano recomienzo, después de la muerte de seres queridos, de mi madre y de mi hermano [el árbitro y abogado Rafael Hernánz Angulo], y del final de una historia de amor que ocupó casi media vida. ¿Qué hay que hacer cuando el amor se acaba? ¿Cuándo fallecen los que quieres? Hubo que volver a la niña que fui para volver a recomenzar. Porque mientras hay vida hay que hacer eso, seguir adelante, recomenzar, volver siempre a buscar la alegría, la belleza, la esperanza y la luz, a pesar de la fragilidad. En definitiva hay que volver al Sol y tratar de rescatar las cenizas de la vida hasta el último segundo.