Periplo del paseante
La publicación de la amplia antología En la rueda de las apariciones por parte de la editorial asturiana Ars Poética nos permite volver a los poemas de Jordi Doce, de índole meditativa y, por tanto, propicios a la relectura, con el aliciente añadido de ofrecernos una veintena de inéditos que el autor había dejado por el camino y ahora rescata. Además, el propio poeta ha ordenado la selección de tal manera que da la sensación de encontrarse ante un libro unitario, cuando menos en lo relativo a la poética en evolución que se desprende de sus versos y que traza con mucha propiedad en el sucinto prólogo el crítico Vicente Luis Mora.
El título, verso final del poema «Huésped», perteneciente aquí a un libro, Calle Blanca, en buena parte integrado luego en su última entrega lírica, No estábamos allí, que no conocía, como tampoco el anterior que se antologa, Estación Término, procede en última instancia del poema de Coleridge «Escarcha a medianoche», citado de entrada junto a la enigmática antítesis integradora de José Ángel Valente, uno de los faros de Doce: «No separes la sombra de la luz que ella ha engendrado». La referencia nos previene de antemano contra toda forma de facilismo o de caída en el tópico, nos avisa de que nos encontramos ante una poesía cuyo oficio es el cuidado y la exigencia de preservar la intuición que la origina y la debida distancia –por acudir a Álvaro Valverde, otro de sus cómplices– necesaria «para reconciliarnos con la vida», causa, tal vez, de esa emoción intelectual, un tanto fría, que en apariencia, solo en apariencia, se desprende de sus versos.