Reseña: Cómo vencer al ruido de fondo de Jesús Aparicio
Por consiguiente, nuestro autor no está aquejado de ninguna neurosis galopante: reclama sin más una necesidad perentoria para buscarse a sí mismo —para alcanzar lo sublime— en un mundo abiertamente hostil, que ya no es —para nuestra y su desgracia— el de su sufrido mentor. Viene a reivindicar, pues, un refugio donde la palabra vuelva a elevarse a su dimensión primigenia, singularizándose entre el medio ambiente adverso que la rodea. Y eso que si nos atenemos sensu stricto al riguroso título de la obra parece que el poeta nos fuera a ofrecer una solución práctica ante el intrusismo de la algarabía cotidiana como si de un manual de autoayuda se tratara, dando por sentado que la contaminación acústica es un problema que requiere un remedio con carácter de urgencia. Nada más lejos de la realidad. O quizá sí. Veamos.
El autor hace uso de lo que él mismo llama “Poética del Cuidado”, expresión acuñada en uno de sus afortunados poemas que bajo tal rúbrica nos alecciona de este modo: “Y que el hombre (…) / haga de sus silencios/ escuela de secretos / y trono de humildad”. Así pues, nos aguardan sesenta y dos poemas reparadores que se complacen en lo moroso —y en lo primoroso— apelando al recogimiento, sesenta y dos “gritos” sordos que buscan el sosiego del lector para que los deguste con fruición, como un suculento manjar que solo puede disfrutarse a solas, deleitándose hasta la extenuación —en su exquisita sinfonía de sabores— como procuraba el refinado personaje Des Esseintes de À rebours, la novelita de Huysmans. Al igual que este, el poeta odia el pacato universo que le sobresalta con su utilitarismo a ultranza que —en el consumismo atroz o banal que le/nos abisma— no deja de molestar nuestra solaz mudez con su estridencia de folclore falso al albur de los vociferantes mercachifles de turno. Pero hay algo más, como decíamos …