Reseña de AGNI INGA GANI de Josefina Aguilar

Este libro de Josefina Aguilar es un viaje introspectivo, circular, desde diferentes puertos de su psique hacia su integración fluida y libérrima en el cosmos. Amparada en una metaforización y juegos de imágenes que buscan su centro en la unidad y la multiplicidad de los sentimientos y pensamientos que conforman la aventura de hacerse visible en lo invisible y viceversa; ahí encuentra un lenguaje que aprende y desaprende. Humildad y complejidad.
Un mandala, que según el Diccionario de la Lengua Española, es una “palabra que proviene del sánscrito mándala ‘disco’, ‘círculo’. En el hinduismo y en el budismo, dibujo complejo, generalmente circular, que representa las fuerzas que regulan el universo y que sirvecomo apoyo de la meditación”. Y ese apoyo se afianza, se sostiene, se enriquece y se expande a través de un mantra: AGNI INGA GANI, que es el título de su libro, en el que el cuerpo y el espíritu se encuentran sabiamente en el puente de la mandorla mística: “Mantra en el óvalo de la luz”.
Esta obra, su círculo, se va descifrando a través de unos marcos referenciales que representan tradiciones literarias, filosóficas y culturales, y, como refiere Claudio Rodríguez Fer en el clarividente prólogo que acompaña a esta obra, su marco simbólico, es el hinduismo védico y, en concreto, en ese marco escoge la fi- gura de Nachiketa como estandarte y guía; cuya entrega al Dios Yama como sacrificio parte de sí mismo, de su recto proceder y no de su padre, cuya ofrenda al dios iba a ser menor y si se quiere ofensiva: unas vacas viejas. Y el círculo argumental proviene de una referencia novelesco cinematográfica: El filo de la navaja (1944) de William Somerset Maugham, llevada al cine por Edmund Goulding en 1946.